no sé si de esto se trate la adultez (o sea tan sólo el cansancio) pero he aprendido a decir
soy feliz
así sin más. sin pretender que fuegos artificiales estallen gloriosamente a mi paso. sin tener una razón profunda y reveladora, o la certeza del futuro agarrada entre las manos. sin necesitar estar enamorada ni ser correspondida.
últimamente entreveo cierto balance entre tragedia, derrota, estrés y satisfacción, que me ha hecho ver el vaso medio lleno.
este día calurosísimo y tremendamente largo, puedo decir, con modestia, que soy feliz.
mañana veremos cómo amanece el mundo.