Si conociera el idioma en que estás escrito
el alfabeto que da forma tu esqueleto
entonces podríamos crear esa otra lengua
algo nuestro
que combinara el efecto (que no distingo)
de la diéresis sobre las vocales alemanas
y las dobles erres del español que se suspenden
adorablemente en tu garganta.
Aprender alemán es aprender a amarte
recorrer la geografía de tu temperamento
poner un pie fuera de mí para pisar la hierba.
(Aprendo para poder nombrar
los espacios de luz que se abren en las cosas
cuando están sostenidas por tus manos.)
I. Zapata